Gris el cielo.
Llovizna aún sobre la tierra ya inundada.
Barro y agua corretean
por las calles intransitables de mi pueblo,
se adueñan de los ranchos
que pretenden resistir a tanto embate.
Sus grietas no resisten.
También se agrieta el alma
de mis pobres hermanos orilleros.
Me aflijo inútilmente.
Si apenas camino…
Las columnas andantes de mi cuerpo
tampoco resisten.
Entonces en la tarde,
con un dejo de luz esperanzada
junto las manos
y sólo atino a pedirle a Dios
por ellos
Del libro de la autora: Amaneciendo (Poesías)
Julia Burguener-
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