¿Qué tiene de poesía recordarte?
¿Qué queda en tu interior
que a estas alturas te detienes
a pensar en aquel día?
¿Qué esperas que recuerde,
además de tu risa navegando en el aire
o el paseo de tus ojos en carrusel?
Si, puedo recordar más:
Unos ojos perdidos. Porque la realidad,
como siempre, se impuso
y volaron los sueños, se volvieron divisa
para darte tu precio.
Luego, te vi volar solemnemente
flotando como una mariposa
como una abeja reina en su vuelo nupcial,
pero nunca creí lo que veía.
¿Después? Bueno, ya después no existías.
Miguel Crispín Sotomayor–