Observando tu cuerpo amada mía
recreando mi mirada en tu belleza
descubro asombrado que la naturaleza
fue capaz de brindarme el jardín que no tenía
En tus ojos encontraba Margaritas
llenas de pétalos que cual blancas lágrimas
rodean la belleza tus claras pupilas
convirtiendo en esplendor esa mirada
En tus senos se reflejan bellas Rosas
cuya tersa suavidad sus pétalos semeja
dando el candor de sus rosadas carnes
como pirámides de inexplicable belleza
Tu cintura se alza como espiga de Azucena
majestuosa y esbelta cual diosa de Atenas
derramando inevitablemente, en todo su esplendor
el perfume embriagador de la piel que la contiene
Tu espalda termina en carnosas formaciones
que cuan suave Amapola semeja la flor de Afrodita
y la fragilidad de sus pétalos, como la de tus partes
son símbolos de gloria y de éxtasis de amorosa muerte
Recorro tus piernas con mi mirada
me asemejan carnosos, rosados Tulipanes
que erguidos cual majestuosas floraciones
sostienen la belleza incalculable de tu cuerpo
Y como reina de las flores una Orquídea
recrea mi mirada entre tus muslos
con tres pétalos similares de bello color rosado
y el labelo candente irradiando sed de amor
Y recreo mi mirada así en tu imagen
contemplando mi Jardín de bellas flores
y doy gracias a la naturaleza nuevamente
porque al obsequiarme ese Jardín, me dio tu cuerpo.
Vice-
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