Atardecer de otoño en las ventanas.
Desconsoladas ráfagas de viento
como caricias somnolientas de la tarde.
Siempre en este minuto me hiere tu memoria
como ávida cuchilla de negro terciopelo.
Una música triste llena el ámbito
pero, ¿qué música no es monotonía
cuando añoro tus manos, tan lejanas ahora?
Atardecer de otoño en los cristales
y en el alma la flor de una nostalgia
desbocándose hacia todos los rincones.
Un trueno, unas gotas de agua,
luego la calma de la lluvia que no cae.
Sólo el otoño atardeciendo en los cristales,
coloreando en gris el horizonte
y grabando en mi pecho las huellas de tu ausencia.
Sergio Barao Llop-