Rodaba la cuarta luna dando rumbo a mi esperanza
y hubo un temblor en mi vientre
que se anudó en mi garganta.
¡Por fin se anunció el milagro!
Quise gritárselo al mundo:
¡Ya está aleteando mi niño…! ¡Mi niño ya está aleteando!
Todo mi cuerpo fue nido para proteger su sueño.
Mi corazón entibió cada rincón, con su sangre
y moderó sus latidos para poder acunarlo.
… Tierno cansancio me invade
con esta tan dulce carga…
¡Qué hermoso será pequeño, adormecerte en mis brazos,
verte correr por la casa; crecer, entre risa y llanto…
Y qué difícil, tal vez, comprender tus travesuras,
tu natural desafío y tu apuro por ser “grande”…!
Quiero escribir en mi pecho,
las “setenta veces siete” que tendré que perdonarte.
Pero el momento ha llegado:
Nueve lunas se han cumplido y en mi carne ha madurado
este torrente de vida que está buscando su cauce.
…Y ya mi vientre se parte, como fruto de verano.
¡Qué feliz dolor es este, del hijo que está naciendo
y pronto estará en mis brazos!
Creo que estallan mis sienes… pero ya escucho su llanto!
¡¡Vamos mi niño a la luz, la Vida te está esperando!!
Irma Droz-
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