Voy feliz por la escala ardiente
de sus dulces besos,
soledad que huye entre la agonía,
ante alguien que rompe
el silencio que habita,
entre las tinieblas de mi orfandad.
Él ha traspasado todas las barreras,
que un día me puso
la hipocresía de la sociedad.
Vuelven las caricias que ya casi olvidadas
yacían dormidas en mi fría piel;
sus manos que avanzan despiertan mis ansias
y aspiro en su pecho la dulce fragancia,
que deja a su paso,
cuando se dirige hacia mis arcanos.
Finos son sus dedos suaves sus jadeos
en ese preámbulo .de noche de amor.
El tiempo que avanza cubriendo el embrujo
se ha vuelto tan lento para saborear,
este dulce encuentro que ya arde por dentro
quemando las horas,
que se hacen sonoras
cuando nuestro idioma en breves latidos.
se vuelve gemidos
en dúos de amor.
Todo es tan perfecto, todo es permitido
en el tibio nido
a la hora de amar.
Raquel Alejo