Revelaciones que no están en los candados
que condenan puertas hacia el cielo
ni en las encrucijadas de la nieve.
(Acaso en el sopor de las guillotinas oxidadas,
en el silencio avergonzado del patíbulo)
Nombres en penumbra golpean la memoria.
Palabras prendidas al dorso de una brisa
que nadie pudo poner en letra impresa.
Sangres incendiadas, sueños desgarrados.
Amaneceres grises hijos del insomnio,
albas bastardas preñadas de tristeza
por el suicidio de los pájaros azules
y el destierro de los últimos castores.
Allende el recuerdo, gritos.
Pero hoy
las orillas del mar.
Sergio Barao Llop-