No, no digas nada;
que el silencio teja su duda en el ocaso.
Sólo deja caer tus cabellos sobre mi sombra
como lluvia que moja una tierra sedienta y desolada.
Suelta a volar tus pensamientos,
total no podrán rescatar las horas
que no pudo arrebatarnos la distancia.
Deja tu mano sobre la mía, como antaño
cuando jóvenes sabíamos que ese gesto
tenía la justa medida del amor y la esperanza.
Sabes, ha caído tanto olvido
que ya no sé si esta lluvia que moja el silencio,
fue un sueño nomás
o es que el fuego sigue encendido.
De la plaqueta Celebración de los días
Carlos Figueroa–