Andar
con la memoria a cuestas
refugiarme
sólo
en la estación que vendrá,
esa
que ya no recibe
ni despide trenes.
Buscar el amor
que siempre
parece cerca,
esconderme de la muerte
agazapada en mi sombra,
querer asir la vida
que inevitablemente
está en la línea de horizonte.
Habitar casas
como hoteles,
oler flores
del mantel y las cortinas
ver de las valijas
(como del vaso de vino)
la mitad llena
o la mitad vacía.
Reynaldo Uribe–