La música de sus palabras
es lo que escucho
en el suave canto de sus besos dormidos.
Cerrar los ojos y escribir el poema
cuando su lengua recorre
las profundidades de mi asombro.
Desviste el tiempo atado a mi muñeca
desnuda el verano,
abre la instancia donde la travesía se vierte en placer
Y suaviza lo inmediato.
Detrás de la luna llena
descubre mi torso desnudo,
en ese espacio tan igual a su deseo.
Sabe del destino de sus dedos…
Y transforma mi piel en luz.
Del libro Estocada, Ediciones de las tres lagunas, Junín, Buenos Aires (2006)
Marizel Estonllo-
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