llega la locura a casa
se pone a coser
a cantar
a mediodía, mi chiquito
le ofrece vino
pescado
mi traje sastre
tu vestido
son para la tarde
la demencia cuidará la casa
los juguetes
para ser felices
-dice, caminando por la plaza,
desnuda entre los árboles-
sólo es necesario:
no sentirse lo más importante del mundo.
Alejandro Schmidt-