A Esther, Alejandro y Favio
No sé qué nube lo cubrió de hastío,
qué espina honda le marcó el camino,
Él se fue lento, rumbeando destinos,
guitarra y mate, y un buen libro amigo.
Dejó las hilachas de toda su historia,
se empachó de angustia, hiel el corazón,
no marcó ni estela, ni huella, ni aroma,
se fue con el viento, nos dejó su adiós.
No sé si huellas de harina o cemento
grabaron los pasos de su deambular.
Irse le predijo: dolor, desencuentro.
Irse le predijo: perder o ganar…
Y va por el mismo camino marcado
de aquel inmigrante, con su viejo afán.
Y sus pasos nuevos, el revés desandan,
terrible ironía que viene y que va…
Haidé Daiban-