Y me fui despidiendo
sin que tú lo advirtieras…
Las palabras son naves
que se encallan en tierra,
y esta nuestra se ha ido demorando
en el mar de rutinas que navega:
no avizora ni costa que la llame
ni un cambio de paisajes la despierta.
El timón, vacilante,
duerme en las aguas quietas.
Con ansiedad de rumbos
a veces se desea una tormenta,
cualquier viento que rompa con las brisas,
una ola que lave la cubierta,
y no seguir así, cronometrando
el subir y bajar de las mareas.
Pero nada sucede
en la igual duermevela
…Y yo ansío bajarme de la nave
no morir vegetando en esta espera.
Telma Vaernet