Con gesto lento y cuidadoso
lo tomo del papel;
brizna leve en la punta de los dedos,
lo miro de través,
le doy vuelta las solapas
y descubro su mundo de relámpagos;
de cara a sus latidos,
percibo sus espacios
luminosos y profundos,
sus rumbos sin aviso,
sus musicales y secretas relaciones.
Luego, con el mismo minucioso cuidado,
lo dejo nuevamente en su lugar.
Y el verso
no es el mismo.
Abel Edgardo Schaller-