Escribo una carta donde comienza el sur.
Ya no regresaré. Es medianoche.
Por eso anoto aquí las primeras señales del camino.
Había un pino y un álamo y una senda muy blanca contra el verde.
Después llegó el rostro marrón y enjoyado del toro.
Había burbujas en su curtida superficie brillosa
y un anillo
para pasar al otro lado.
Ah no tengas miedo ahora que ya no se regresa.
Estalla el rosado violento contra azul de meteoros,
y pájaros geométricos sobre muy blancos árboles
y arcos de luna extendidos en horizontes índigo.
Oh violento es el azul como una llamarada que asoma
tras los troncos que crepitan
Este es otro Universo donde los pájaros cambian nuevamente de
formas,
ahora son blancos con las alas moteadas de las mariposas,
y sus cuerpos rosa furioso.
Oh, extínguete en la luz:
Cuando cierras los ojos ya no hay sombra
sino haces amarillos
que se tornan difusos.
Y el Sol ha entrado en ti hasta el último sueño.
No hay regreso
después de atravesar el Mar de Pasto.
Irene Marks-