Ella barrió las hojas
del otoño
y sintió que esparcía
la esperanza…
El silencio en la tarde
le pesaba
como un manto de gris
y de neblina.
Irremediable otoño
solitario…
sin abrazos ni besos…
Tarde fría…
Quiso alzarse de nuevo
-fortaleza
que los vientos del sur
estremecían-
pero bajó los brazos…
dijo ¡basta!…
y se entregó al otoño
que moría…
Y el corazón se desgajó
sangrante
y no pudo encontrar
la luz perdida.
Cris Fernández-