Siempre tengan presente que la piel se arruga, que el pelo se vuelve blanco y los días se convierten en años…
Pero lo importante no cambia la fuerza, la juventud de vida vivida, la comunicación no tiene edad.
El espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada hay siempre una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío. Mientras que estén en este mundo de dificultades, siéntase vivos extrañan lo que antes hacían, vuelvan a hacerlo.
No vivan de fotos amarillas… Sigan aunque todos esperen que abandonen.
No dejen que se oxide el hierro que hay en su interior.
Hagan que en vez de lágrimas y lástima les tengan orgullo y respeto. Cuando por los años no puedan correr, troten.
Cuando no puedan trotar, caminen, cuando no puedan caminar usen un bastón… pero vivan, que la vida hay que vivirla, si sus padres la eligieron vivir entonces.
¿Por qué no luchar por esa vida que le brindaron? Si al final ustedes son un tesoro.
Quisiera que recordaran que la etapa más linda es cuando fueron bebés y ahora vuelven a ser niños, aunque adultos que han existido para contar historias que los jóvenes como yo, están lejos de imaginar. Por eso les digo a los abuelos que su experiencia y su existir, es tan importante como sus consejos, sus deseos de seguir adelante, cargados de fe y esperanza.
Yo quisiera que ustedes los abuelos fueran semillitas que germinen siempre, para que guíen los pasos inexpertos frente a la vida y sean la luz eterna del camino y de los laberintos oscuros y sin salidas, que ustedes sean nuestros guías cuando todo parezca perdido, para que jamás podamos sentir que estamos solos.
Recuerden que para el mundo quizás no sean nadie, pero para alguien como yo, son el mundo, son ustedes el mejor regalo que me ha dado la vida.
Vivan por siempre abuelitos de todo el mundo.
Mildrey Hernández Gallosa-