Dicen…
que tan enamorado está el ciprés
del cielo que lo cobija,
que alarga sus brazos hacia él
queriendo tocarle en su lejanía.
Dicen…
que por las noches,
cuando nadie le ve,
su sombra se alarga hasta el río,
para verter sus lágrimas en él.
Dicen…
que de madrugada
gallardo y gentil
espera al sol que aparezca
para sus besos
ser el primero en recibir.
María Rodríguez-