Me desperté después de las pastillas
a las 4 y 50
cuando una voz en off anunciaba buen tiempo.
Cielo limpio a un costado de tu rostro
recuerdo unos islotes que olvidé para siempre
algunas nubes bajas rozándome el zapato
un hilo blanco al fondo; el horizonte, creo.
Un ruido absurdo adentro de una taza
y muchos caramelos que saben a otro idioma.
La escalera y el mar, el cerro enorme
la humedad y unos pocos borrachos en la calle
un túnel y otro túnel
y tu mano por único testigo
de que llegué hasta aquí
en esta madrugada sin diario ni más datos.
José Antonio Cedrón-