Agüita caprichosa
la de los ojos;
a veces llora penas
y otras su antojo.
Yo la veo llovizna
o mar sencillo,
agüita de los hombres
flor del rocío.
Cuando cae sin alma
es agua muerta,
cuando deja el torrente
es muerta cierta.
Litoral de dos ríos,
mar de confluencias,
tomero de mis ojos
abro compuertas.
Mis lágrimas son dignas
de todo elogio,
sus aguas son misterios
de todo gozo.
Qué harán los que ahora
ya no te lloran,
que llorarán ahora
que no te moran.
Mis lágrimas son ritos
de adivinanzas:
dos agüitas cayendo
sin lluvia danzan.
Aníbal Albornoz Ávila-