Ella iba en su triciclo
atravesando la historia,
maquillando conejitos de porcelana,
hilando fino
en las arpilleras del mezzogiorno,
huyéndole a las burbujas,
posando para la tela
de un nuevo barroco americano,
simulando el paso del alacrán
con sus deditos.
Él volaba a ras de las páginas
liberando de su prisión
a los pétalos mustios,
hablando por teléfono
con una anciana suicida,
desplomando alguaciles
en un cine al aire libre,
sujetando a un Cristo sin brazos,
escribiendo porque sí,
superponiendo desiertos
a su propio desierto.
Algún día tenían que encontrarse.
De la antología Poesía del Noroeste Argentino Siglo XX
Rogelio Ramos Signes-