Buscaba el corazón del frío
el centro donde los hilos confluyen y se abrazan…
la intensidad de los colores y los días.
Pero también,
y ahí está el asunto
la dulzura secreta en la acidez de los limones
cierta suavidad espumosa en el fuego del ají.
Y perseguía en todo tiempo y noche
el silencio de las voces, el vacío en el grito.
Quería hallarse
encontrar el punto de partida de la historia
aunque supiera de antemano
que los continuos no se desmadejan.
En los viejos buscaba
restos de mandarinas que pelaron hace un siglo
y en los niños
las cortaduras
que el futuro pondrá, si es que puede,
en esas almas de hombres y mujeres sofocados de años,
tristes.
Buscaba donde no había
Mientras
iba hallando
voces, luz, palabras,
hermanas de sus miedos
carne de sus mismas soledades
Y así vivió, quién sabe…
Raúl Feroglio-