Poemas

Un café con mi padre

Cuando llegué al bar, no había otras mesas ocupadas.

Me senté en un rincón, junto a una mesa redonda y pequeña pegada a la ventana. Acomodé la silla y disimulé la mirada hacia la calle. Podía olerse la lluvia a través del cristal humedecido.

No hizo falta ocultar la nostalgia ni el desahogo de las palabras encerradas. Como siempre, mi padre, sereno y sabio; acompañó el café, caliente y rebajado.

No recuerdo cuanto tiempo estuve sentado. Me levanté aliviado. Las monedas quedaron esparcidas sobre la mesa solitaria.

Estos diálogos, desde la eternidad, me alimentan.

 

María Fabiana Calderari-

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