Es el roce primero,
el que da paso al líquido
y a los olores luego,
junto con el quejido,
que no es el del dolor,
pero sí su contrario,
mezclando soplido y suspiro
estalla con un grito
que la ventana empaña,
del sólido del cuerpo
al líquido entre telas
y con el vapor expira.
A ver si lo adivinas.
Áurea López Quiles-