Rompo el muro del dolor,
lobo de tristeza que aprisiona la voz
de la montaña en la mirada ancestral
que fermenta mis días.
Soy territorio.
En mí crecen las llanuras
para extender el abrazo
a los fuegos sutiles del tiempo.
En mi entraña la fauna levanta su grito,
como un presagio del dolor
que persigue mis recuerdos,
esos con los que el tiempo
alza su garra inevitable.
La Tierra cosecha en su entraña
el fuego de sus piedras,
que bajan por sus pliegues
a rozar los días entre las montañas.
Yo seré raíz
en tu abrazo, Tierra.
Sobre tu cascada nocturna,
laberinto de savia que nutre el silencio,
brotarán palabras sembradas con lluvia,
con la espesa luna y el grito profundo
que brota del viento.
Isabel Cristina Arroyo Calvo-