Cuando el silencio cierra las puertas
viejas culpas reescriben lo que el ruido calló.
El porfiado animal me cobija con un solo pulmón
de sus cimientos, mientras la nostalgia absorbe
en entretelas su propio imaginario.
Las ventanas renuevan el aire
para dejarlo todo donde el tiempo
abarata las cosas
y cada uno lea su ficción como puede.
La casa, animal que alcanza a respirar
con hábitos, manías,
se esfuerza en resistir.
La señora a las sombras entre paredes altas
y rasgadas como un niño que hereda la tristeza
que esconde los tesoros en la demolición:
el mantel salpicado de festejos,
el vestido que no estrenó para que no se moje,
los ecos en el coro.
El animal oculta un sótano de ojeras.
Las lluvias de la época gozan con los desprevenidos.
Elena Garritani-