Ayer murió el hombre más rico de tu pueblo,
al quedarse dormido en su bañera de alabastro.
Era el amo del silo y del molar también.
Te había prometido unos botines negros
y un parasol de seda
y un pebetero que quemaba
incienso y mirra de Damasco.
A tu padre le hubiera concedido
un largo limonar
si contigo casaba; un limonar que la luna
regaría de noche con sus lágrimas.
Ha muerto
y tu padre no sale de su asombro.
Tú en cambio suspiras aliviada
y buscas en el cielo
la mudanza de estrellas jovencitas.
De Mujer en la penumbra
Ángela Reyes-