Porque somos la luz del día,
a veces aparecemos nublados
y otras, ferozmente soleados,
invadimos todos tus sentidos.
Porque somos los nidos del amor,
esparcimos las miradas que derriten
por las noches solitarias,
aclamamos la esperanza de tus ojos.
Porque somos un ovillo de lana,
que toma caminos equívocos
pero sabe desenredarse,
estamos en medio de tu jardín.
Porque somos las flores,
conmocionadas de belleza
nos disputamos el límite,
aún sobrevivimos en tu florero.
Porque al final somos el atardecer,
derrochamos magnificencia
en un infinito absurdo,
saludamos a todos los olvidados.
Me pregunto si siempre somos
o si por momentos dejamos de ser,
tal vez escribí esto siendo
pero tal vez ya no soy.
Rocío Bragaioli-