Es el agua de mar la misma
que en mis ojos habita.
Gota tras gota. Inmensidad infinita.
Mis ojos destilan olas de tormenta.
Aguas salinas colman mi mirada incierta.
Movimiento incesante de mareas y desdichas.
Ancestrales vientos me agitan.
Inquietud constante, de cristalina esencia
donde se purifican las palabras pronunciadas,
donde la belleza me redime de tanta necedad.
Graciela Di Laudo-