Ser gaviotera es un título
y un don, un modo que te
lleva a la magia,
una sensibilidad que ni
el mosaico resiste,
miga de pan,
blandito queda,
y los ojos abiertos.
Ellas le meten mano,
mosaiquistas encumbradas,
a puro beso lo dejan,
mudito, listo,
y nacen las gaviotas,
contagian, largaron como las madres,
para multiplicar lo hacen,
por el puro placer,
hallazgo, rubí, silueta,
olores,
sí, a pan con manteca,
a pasto descalzo, olor
a esos amores imposibles
que perduran,
hasta la última astilla,
vibran, calculan el esófago del
mármol,
son como ese viento
que raspa hasta hacer música,
campana, silbato, timbre,
afinan el alambre y hasta la
novena del sordo
no se detienen.
A ellas las llaman
las gavioteras, están
locas, del raviol, cucusas,
huelen los colores
y se lanzan.
Ellas andan en la magia,
ese es el tema.
Sergio Pravaz-