Recuerdo el siglo del resuello,
salen a mi encuentro
humores acuosos,
verticales sustantivos
donde crece la hierba,
intrínsecos destellos digitales.
Me emocionan
largas válvulas esperanzadas
y el marco festivo del arranque,
donde beben los vientos
almas perpendiculares a mis pasos.
Y, también,
germina el abismo
junto a mi plato
cuando yace,
casi imperceptible,
sobre un fondo de cielo.
Allí reagrupo
sentencias vivas
que nacen
de todo anhelo o sueño,
inaugurando
horizontes poblados,
y según anochece,
mi habitación vacía
abre los espejos.
Jaime Icho Kozak-