Salida de Antonioni o Passolini,
de Poe, de Chagall o Dostoievsky,
la vida, a duras penas caminada,
como dos líneas de temblor, los labios.
La calle a martillazos de las noches,
las horas en litigio con los días,
las manos, improbables de ternura,
tu sombra, sin tú misma, de regreso.
Con un cansancio que ya tiene siglos
has conseguido el pan de las penumbras.
Regarás tus malvones por las tardes,
remendarás tu aseo por las noches
y cansarás esquinas conocidas
hasta el cúmplase obscuro de los años.
Abel Edgardo Schaller-