La casa estaba vacía, el silencio era total,
las ventanas derruidas, y hojas en el umbral.
En la entrada había un rosal, que apenas se lo veía,
por una rosa sangrante que su aroma despedía.
Los pastizales crujían bajo mis pasos andantes,
que recorrían con pena los senderos, por instantes.
La casa esteba vacía padeciendo la agonía
del silencio y las tinieblas que la soledad ponía.
Toda la gente del pueblo a ese lugar le temía
porque según dicen, vieron: ¡Almas volando venían!
Pero solo eran nubes, nubes flotando, perdidas
que acariciaban la casa al verla sola y vacía.
Los seres que la habitaron, pasaron a otra vida
y sola quedó la casa, triste, en silencio, perdida.
Así es el hombre que pierde la ilusión en esta vida,
queda con el alma triste, como la casa vacía.
Del libro Corazón de poesía
Norma Costanzo-