El corazón henchido por el canto
del pájaro conmueve la mañana,
cuando etéreo traspasa la ventana
en terciopelo de sublime encanto.
En el ritual del oferente manto
abreva el alma para estar lozana
con la soberbia limpia y soberana
siembre buscada y añorada tanto.
El día va encontrando su camino
teniendo por logrado calendario
en tránsito de un cálido destino.
Bendice el corazón el canto diario,
apenas silbo, casi siempre trino,
con que a rebato vibra el campanario.
Del libro Pensador Furtivo
Jerónimo Castillo-