Su caminar era extraño,
en el colegio siempre
fue motivo de burla
de los que decían ser su amigo,
lloraba su vergüenza,
ya no podía resistir más.
Cuando se cayó
en las escalera del colegio
todos se rieron,
se burlaron de ella,
nadie la ayudó a levantarse.
Cuando faltó al colegio
nadie preguntó por ella,
era lo menos importante,
sólo se acordaron de ella
cuando la veían caminar
con su paso lerdo.
Cuando supieron de su muerte
el resentimiento
sólo fue pasajero,
pronto la olvidaron,
ya no había sentimiento,
vivían en la indiferencia,
en la nada.
Ricardo Ponce Castillo-