Hoy m puse a escribir, como todos los días, como toda la vida, un cuento, un poema, no interesa, pero con suficiente espacio interior como para que en él cupieran todos los desgarramientos del alma, los colores del ocaso y de los ensueños, las desvaídas esperanzas, el chispazo de un encuentro feliz.
¿Para qué? Sólo para que la muerte no tenga la última palabra.
Alba Omil-