A Alberto Nigro
Envejece la piedra, cubierta
de musgo y solitaria; el tiempo se curva
y ocupa todo el cielo, de horizonte a horizonte;
debajo, el suelo que generaciones de mínimas criaturas,
al depositar sus heces, tornaron negro.
Aflojada la cuerda, la música se vuelve casi inaudible;
con la llovizna caen rostro y nombre
y quien acude o llama se encuentra
con un desnudo que cree leer
mientras sostiene ante sus ojos un papel en blanco.
Delgado tronco que la evidencia tuerce
hasta tocar la tierra: a la idea la sostiene desde atrás
un grosero metal que no aparece en la fotografía.
Del libro Radiación de fondo
Carlos Barbarito-