No sé como nadé
por esos lagos de sombras.
No sé cómo sobreviví
a esos letargos brumosos
de cavernas socavadas
por debajo de las venas,
lastimando el alma,
arrastrando los afectos,
las raíces y hasta los reflejos
de cenicienta luna que convertía
las cenizas en escarchas.
Afuera, había otras cosas,
casi nada, porque,
después de atravesar
las gargantas anudadas
sólo se busca
el silencio y la calma.
Hilda Augusta Schiavoni-