Por una calle larga, polvorosa y estrecha
se llevaron una tarde a mi padre
hacia el sitio del origen común,
del agua y de la greda.
Él no ha vuelto de entonces
pero sé que regresa;
regresa en madrugadas
cuando el viento de junio despeina los olivos
y la yema de la vid sueña con el racimo
durmiendo en las tinajas;
regresa en la orilla de la menta
en la acequia,
y en los rayos del sol
de una alborada nueva.
Regresa en el mantel ritual de los domingos
por bendecir el pan
que convoca a los hijos;
regresa en cartas viejas
rugosas y amarillas
y se demora en todas las lágrimas que lloro,
y en las letras dolidas
del verso que le escribo.
Él no ha vuelto de entonces
pero en la casa, siempre
queda la puerta abierta
y abiertos los postigos.
¡Las ventanas de mi alma
pre anuncian la llegada!
Padre, te aguardo…
Un solsticio de junio, como a ti,
me mostrará el camino.
Poemas tomados de su página:
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Gustavo Córdoba-