La luna es una fogata blanca
haciendo la noche menos noche
pariendo agua en las hojas salvajes y mansas.
Dormito en el fuego de una veta calma,
los acordes van al crepúsculo de la esperanzada vida.
Respiro el hábitat,
perfuma mi boca un sustento azul,
calla el silencio,
raspa el olvido,
crean las melodías encerradas
bajo mi cama cansina un fugaz parto
a cerrar las ventanas
de la oración abierta,
con el corazón vivo,
con la permanencia de lo cierto.
Que la lluvia caiga, Señor,
sin cruz de dolor,
sin cadenas en los ojos,
sin mentiras en la rutina
de los que hacen girar el mundo
con sus fantasmas.
Que a tu voluntad reviva la Utopía.
Ricardo Mastrizzo-