Una mujer en un bote.
Se aparta del tejado con un toque de remo
contra la franja visible del muro.
No más que esto se distingue.
Salvo la copa del eucalipto
que emerge hacia el oeste de la casa.
El primer mandatario navega en aeroplano.
Pasa por allí en el instante
en que la mujer mueve los labios.
Desde el cielo de Argentina
su figura es despreciable.
Una mínima masa muscular
agitándose en un páramo de agua.
Binoculares mediante
el presidente divisa el movimiento
de otras figuras menores
bajo unas mantas
en el fondo de la embarcación.
Es entonces que dispone
atusarse pensativo el bigote.
Y algo abajo sucede al unísono:
La figura que rema ve flotar
en el cielo
a la máquina resplandeciente.
Jorge Brega-