El limonero de casa es infeliz.
¿Hay otro modo de decirlo?
Vive, pero no ha dado frutos
y en su tristeza amarillenta
me insinúa: deja ya de regarme…
¡Ah! ¡Si sólo pudiera irme, lejos!
Ahora, en esta fresca noche de primavera vieja,
yo escribo y él deja caer una hoja seca.
(Inédito en Tránsito)
Gerardo Lewin-