Mis sábanas guardan
el acre olor de su sexo
hace reverdecer el instinto
con esa fragancia,
mientras sus dedos
juegan con cada poro
de mi dermis.
Con destreza conjuga
placer y dulzor.
Hay un ritmo silente
en el ondular de su cuerpo
detiene mi respirar
y como el mar ahoga mi sed.
Algas resbalosas sus manos
se adhieren a mi cuerpo
lo transitan, lo bendicen
Más allá del rito del encuentro
donde mis ansias se sublevan
rindiendo sus banderas.
Victoria Asís-