mi tristeza y yo
finalmente somos inseparables
en las noches de invierno
suele esconder las ventanas
para que la muerte no me muerda a traición
acomoda en los rincones mis ausencias
se burla silenciosamente con las sombras
de las historias que bailan en mi memoria
cuando la lluvia regresa sola
sale preocupada a buscarme
me habla de las mujeres desconocidas
que guardan mis pedazos en sus carteras
algunos domingos tan pálidos y viejos
que ni el viento se acuerda de mi puerta
se adormece en mi piel
y entona pequeñas canciones
para que yo invente nombres
y me atreva a escribirlos
Rubén Amaya-