Poemas

Puerto Despierto

A la hora en que las aves duermen

con la elegancia que las caracteriza

llegué a Puerto Despierto

y colgué en el aire algunos cuadros de Quinquela.

Los pescadores hablaban con los peces

advirtiéndoles de la terrible trampa que es el anzuelo

y me entretuve en mirar dos o tres recuerdos

que sobrevolaban la mente de un suicida.

Una anciana que estaba por ahí de picnic

me alcanzó un mate

pero yo le dije que no sabía jugar al ajedrez

y ella emitió una risa clara y buena.

Una villa miseria bailaba en la otra cuadra

por un sueño perdido

y una radio vomitaba partidos de fútbol

con goles que se ahogaban en el agua amarga.

Los borrachos y los pecadores iban y venían

dando tumbos de vicio y de lujuria.

La soledad paseaba desprevenida por la rambla.

De pronto, llegó la policía

y se llevó presa a una nube que amenazaba lluvia.

Yo me quedé mirando cómo las mariposas

tomaban sol en la rambla junto a las gaviotas.

 

Jorge Luis Estrella-

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