Se adivina
antes de la sombras
un temblor de luces,
nada se oye,
ni siquiera el ruido roto
de algún fantasma
ha deteriorado la prolijidad de los silencios.
Las grietas se amortiguan
y la existencia queda sostenida
en los verbos de mandalas.
Yo, apago mis diálogos,
los salvo del naufragio
y cubro mis espaldas,
con eso, ya es bastante.
Raquel Piñeiro Mongiello-