Esta hoja de marfil y su bastón de arena
que sabe del vuelo legendario de puentes y
de remolinos, de los altos adioses que cometen
las plateadas golondrinas.
Por la ciudad que cruza el juego de sus lunas
de fiesta, saciada de esquinas y de puertas,
y el naipe del dolor persigue y se
despierta del sueño de sus torres.
El hombre que se hunde en el ojo de su espejo,
el hombre que se enfrenta con el cielo,
navega en la palabra sus hábitos de cuento
y de infinito.
y la pared que se levanta siempre
para recordarnos
nuestra lucha diaria con la muerte.
Beatríz Arias-