Ahora sé que no
habrá repatriación,
de todo lo que me indujo
a perderme en la necedad,
fría de tus ojos.
Ahí donde la patria mía
era la ternura legítima
de tu vientre:
la estrechez de tus caderas,
era la patria;
tus pequeños senos, urgentes
de mis labios, era la patria…
Ahora soy un paria
en este tiempo de regreso,
tal como esta lluvia, que cae
lastimando la memoria orgásmica
de la carne.
Angela Cardozo-