Hablo de una existencia
que, al no encontrar conversación,
se sumerge por entero en una cerrada medianoche.
Hablo de una inútil meditación
en un polo sin magnetismo,
donde se sitúa el peor temor del cartógrafo.
Ahora es, de pronto, arena.
Lo que, a cada hora, envejece un poco más.
El doble de la muerte.
Lo que sin tardanza se acumula.
Lo que no halla asistencia, un coro en la ceniza.
¿Qué veremos cuando ya no tengamos ojos?
Porque se agita en el fondo una cifra sin cábala.
Porque no es lluvia lo que golpea los aleros.
Porque es falsa la perspectiva
y entonces la conclusión es un naufragio
en un mar improbable, a bordo de una nave inexistente.
Carlos Barbarito-