Sí, por supuesto duele
Sí, claro que duele al romper los capullos.
¿Y por que habría de temblar la primavera?
¿Por qué toda nuestra ardiente añoranza
en helada palidez amarga se uniera?
Si todo el invierno estuvo cubierto, ¿qué pudo
de nuevo traer lo que estalla la tierra?
Sí, claro que duele al romper los capullos,
duele por lo que crece
y por lo que encierra.
Sí, es duro el caer de las gotas.
Pesadamente cuelgan y de miedo, temblorosas,
se pegan al vástago, crecen, rolan –
el peso tira hacia abajo, pero siguen las notas.
Es duro ser incierto y temeroso, escindido,
duro sentir como el abismo llama y atrae,
sentarse de pronto y apenas temblar –
es duro querer quedarse
y querer caer.
Entonces, cuando empeoran las cosas y no hallan
ayuda los brotes para romper en su júbilo.
Entonces, cuando ningún miedo ya retiene,
en resplandor caen y se hunden del vástago las gotas
olvidan que han sido espantadas por lo nuevo
olvidan su miedo antes del vuelo desplegado –
por un segundo sienten la seguridad suprema,
en la confianza quedan
que ha creado el mundo.
Karin Boye–